Isla Catalina| República Dominicana

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De seguro ya has oído mencionar bastante esta isla de nuestro Mar Caribe, ¡o inclusive hayas ido! ¿No te suena?Isla Ikiita es el nombre que le dieron nuestros ancestros indígenas a ¡ISLA CATALINA! 😉

A tan sólo unos kilómetros al sur de La Romana, se encuentra esta belleza de arenas blancas y mar turquesa cristalino.

La primera vez que la visité, junto a mi familia, tuve el privilegio de hacerlo a bordo del «Eva Mía», el yate privado de una gran amiga de mi mamá  ¡Oh las relaciones! Por un día me sentí millonaria y viví una gran aventura a muy alto nivel. ¡Nada malll!

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Salimos de La Marina de Casa de Campo y surcamos la costa de La Romana. La vista es preciosa. Disfrutamos desde el vaivén de la embarcación, cuando el viento y la marea hacían de las suyas, hasta del salto de algunos peces sobre el agua.

También aproveché para tomar un poco de sol y relajarme. Nada como la mezcla de los azules del mar y el cielo para lograr en mí un efecto “desconecte” y llenarme de paz.

Y, lo más importante, disfruté un mundo junto a los míos, en especial de mis padres que se encontraban de visita en el país y estaban felices.

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Al llegar a Isla Catalina se debe pagar una tarifa por entrada como colaboración para el mantenimiento de este parque natural.

El personal a cargo del yate dispuso toda una producción en la playa con mesas, manjares y destilados, a petición de nuestra querida y atenta anfitriona.

También se trataba de celebrar la vida de nuestra famosa y alegre tía Nena quien recién cumplía 80 años y fue la que más disfrutó de la playa.

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La Tia  Nena, que en paz descanse, la que más disfrutó de ese viaje, donde justamente celebrábamos su vida.

Fue un día esplendoroso. Entonces, cuando les envío las fotos y anécdotas del viaje a mi grupo de las amigas más cercana del colegio, raudas y veloces determinan que tenemos que hacer la excursión a Catalina con las parejas e hijos.

Luego de varias semanas debatiendo fechas, sopesando las opciones para llegar a la isla y organizando el viaje, se determina el día. Nos quedamos en una villa (con capacidad para 5 familias) y nos fuimos “pa Romana” de un viernes a domingo.

Después de hacer indagaciones concluimos que la mejor forma de ir a Catalina por tu cuenta es tomando la excursión en Casa de Campo.

No sólo se trata del punto más cercano del país para llegar a ese destino, si no que hay importantes detalles, como la puntualidad y la seguridad, que están garantizados.

El sábado nos levantamos temprano y luego de un desayuno energizante a lo Bandera Dominicana salimos para Playa Minitas donde se toma el bote que lleva a Isla Catalina.

Los 18 que éramos (5 parejas y 8 hijos) estábamos emocionados y ansiosos por lo que nos deparaba.

Nos atendió el muy atento Domingo M. Richardson, gerente del área de playa y excursiones. Tratamos de convencerlo para que no nos cobraran los 10  dólares extras por quedarnos más tiempo.

No lo logramos, pero en cambio nos ofreció  el alquiler gratis de los equipos de snorkelin cuando llegáramos a Catalina ¡y vaya que los disfrutamos! Más adelante te cuento de las tarifas y explico lo de los U$10, vamos mejor a continuar con la parte más chévere :p

Salimos a las 11 de la mañana rumbo a la bella isla.  Nuestro grupo ocupó  casi la totalidad  de los espacios, sólo iban dos extranjeras.

Así que nos adueñamos de la embarcación y al final las dos gringas hasta cantaron con nosotros y se reían de los chistes, que no creo entendían. ¡Desde que zarpamos los momentos de risas y complicidad se hicieron sentir!

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No se necesita texto aquí. Nuestros rostros hablan solos. de Izq. a der.: Raysa, Eliana, Arlene, Karla y yo.

Es una embarcación abierta por lo que es muy probable que te salpique agua de mar, en especial si te sientas en el borde del banco destechado.

Mi esposo Iban, Karla, Joao y sus hijos ¡Se empaparon por completo! Pero de eso se trata, ¿no? 😀

Durante el trayecto unas aprovecharon para tomar el sol, otras le huíamos como el diablo a la cruz por eso de las manchas. 

Raysa fue una que decidió embadurnarse de bloqueador y con sombrero puesto le dio la cara al astro rey. En ocasiones la lancha pegaba unos saltos cuando la marea se picaba y los más chicos disfrutaban de ese elemento de adrenalina.

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Los Consentidos del viaje. No importó las edades, todos se integraron y cuidaron unos a otros, como una gran familia unida y feliz. María Paula, Miguel, Manuel, Emmanuel, Fernando, Adriana, Mateo y Jorge (estos dos últimos casi no se ven)
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Joao, Karla, Eliana y Jorge

El recorrido se hace rápido y más en buena compañía. En menos de 30 minutos llegamos a nuestro destino. El capitán nos obsequió agua y refrescos durante el trayecto, que está incluido.

En esta ocasión no tuvimos que pagar por entrar a la isla pues ya está  cubierto en la excursión de Casa de Campo.

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¡Cuando hicimos tierra en!

Al llegar nos dispusimos a ocupar los cheslong con mesitas y paguas, una de las facilidades que allí ofrecen.

Llevamos neveritas con refrigerios, pero si prefieres puedes comprar ahí mismo cosas para comer y el menú de bebidas es muy variado.

Para los turistas y a quien le guste la artesanía, hay un mercado de productos locales, vale la pena echarle un ojo. Y si de cosas para hacer hablamos ¡Hasta un masaje te puedes dar con vista al mar!

Tan pronto nos acomodamos ¡al agua patos! A Eliana y a mí con lo frioleras o “friolentas” que somos nos costó adaptarnos del caloraso en la arena a las “fresquitas” aguas.

Pero lo logramos ¡Qué maravilla! Pocas veces se tiene la oportunidad de bañarse en una playa donde te puedes ver hasta las uñas de los pies.

Luego del bañito en la playa fuimos por los snorkeling. No se quedó ni uno sin sus respectivas chapaletas y nadas estéticas escafandras. Nos sorprendió la más pequeña del grupo, Adriana, quien con sólo 8 años dio cátedras de nado a distancia y por debajo del mar cuando fuimos a explorar los hermosos corales.

Salimos de la orilla nadando hasta los arrecifes y en el trayecto parábamos cuando veíamos algo que llamaba la atención.

La meta era una plataforma en medio del mar adonde subimos para descansar, ver el panorama y, por supuesto, hacernos fotos con la súper go pro de nuestra intrépida y creativa Arlene, a quien agradezco la mayoría de las fotos aquí publicadas.

Las cinco amigas del colegio quisimos hacernos una foto para la historia lanzándonos al mismo tiempo de la paltaforma al mar y que captara el momento del brinco, suspendidas en el aire… luego de numerosos intentos y varias dolamas en las coyunturas por el sube y baja resultó una misión imposible :s

Hacer snorkelin juntos fue una experiencia que siempre recordaremos.

Algunos iban más delante, otros detrás, pero siempre en equipo, pendientes del grupo y de que nadie se perdiera del espectáculo que representaban los coloridos peces, rocas submarinas  y mágicas estrellas de mar.

Una de las diversas bellezas naturales que ofrece Isla Catalina son sus corales, donde habitan numerosas especies marinas. También la isla es conocida por la diversidad de aves que posee.

Al finalizar la experiencia de buceo en la superficie, regresamos a la playa y varios valientes fueron al punto más alto de la isla desde donde se pueden tirara al mar con seguridad.

Con el ánimo del grupo y los medios nervios de las madres en cuestión vivieron la experiencia   Fernando padre e hijo, Alfredo (el esposo de Arlene) y mi hijo Emmanuel.

Ellos cuentan que arriba te planteas regresar, pero que no lo pensaron mucho y una vez lanzados, con el corazón en la boca, dijeron en honor al mexicano de Alfredo “órale” y disfrutaron la caída.

Otra actividad que puedes hacer en la isla, si tienes espíritu aventurero, es hacer senderismo. Hay un recorrido trazado, con las señalizaciones del tipo de flora y fauna.

Eso sí, no apto para los que no gusten de “cosas arrastrándose”, que en una que otra se puede avistar alguna serpiente endémica.

“Ikiita” fue bautizada como Catalina por Cristóbal Colón en su viaje por la zona en mayo de 1494. Posee una superficie aproximada de 9.6 kilómetros cuadrados y está deshabitada.

Cada vez cobra más popularidad y luego de la administración  de Casa de Campo se ha convertido en un atractivo destino turístico.

También suele ser  frecuentada por cruceros, tanto por algunos que pueden  atracar en su muelle como por las gigantescas ciudades flotantes que tocan el puerto de La Romana y envían tours organizados.

TARIFAS Y HORARIOS DESDE PLAYA MINITA:

  • El precio por persona es de $US35 y niños $US25 por dos horas de duración ida y vuelta.
  • 9:00 am con regreso a las 11:45.
  • 11:00 am con regreso 13:45.
  • 13:00 hrs. Con regreso 15:45.

Si sales en una de las primeras horas y deseas volver las 3:45 PM que es la hora más tarde de regreso, cobran un adicional de $US 10 p/p, (estos precios solo incluyen transportación, agua y refresco en el trayecto de ida y el impuesto de entrada a la isla).

Gracias a mi entusiasta, solidario y querido grupito fue que pude publicar uno de mis primeros post  ¡Cayo Area! y con dos de ellas, Arlene y Karla, la tarde en bicicleta por la Zona Colonial.

No puedo esperar a la próxima aventura que viviremos juntos…ya la estamos tramando y por su puesto por aquí te enterarás 😉

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Acerca de Onysela Valdez 87 Articles
Ony Valdez Periodista, Productora, Locutora, Relacionista Publica y Bloguera. Fundadora de este blog de viajes. Si quieres escribirme un correito, puedes ir a la sección de contacto💙

3 Comments

  1. Excelente descripcion. Me senti, como lector, como si estuviera en el grupo y disfrutando de las bellezas de Ikiita, que solo conocia como Isla Catalina. Casa de Campo debiera premiar con una «invitacion» tan efectiva promocion.

1 Trackback / Pingback

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