


Este es el artículo con el que colaboré para el «Anuario de viajes: Tendencias del sector turístico. Jóvenes, redes sociales y nuevas formas de viajar». Proyecto impulsado por el Máster de Periodismo de Viajes de la Universidad Autónoma de Barcelona y la empresa IATI Seguros, y al que fui invitada a participar gracias a Santiago Tejedor (Máster Periodismo de Viajes UAB).

“El cambio climático puede hacer desaparecer el turismo”, alertó la ONU durante la Cumbre del Clima en Madrid, COP25, en diciembre del 2019. Entre los causantes, se habló del efecto de la huella de carbono que genera el sector. Pero esta es solo una de las tantas alarmas que se han dado en los últimos meses. Y, antes de lo imaginable, trágicos sucesos, como los incendios en uno de los destinos más paradisíacos del planeta, confirmaban que no se trataba de una simple voz de alerta, sino de una acertada predicción.
Recuerdo que aún no llegaba a la adolescencia cuando en un viaje con mis padres por carretera, en República Dominicana, me alarmó ver un río casi seco. Lo recordaba muy caudaloso un año atrás. Mis padres eran agentes de viaje y mi hermano y yo solíamos acompañarlos a las excursiones por el interior del país.
Ellos nos hablaron de la desforestación y otras causas. Yo los oía desde una dimensión lejana, sin entender muy bien lo que era la erosión de los suelos y demás, pero sí recuerdo la pena que me dio ese río, y cómo pensaba, con temor, en si los que solíamos visitar para bañarnos también se secarían de esa forma.

Desde que tengo uso de razón me encantan la naturaleza y las actividades al aire libre. Creo que eso ha influido en mi sensibilidad hacia el medio ambiente. Al crecer, me dediqué al periodismo de campo. Recuerdo un año, 2004, que marcó de una manera especial mi despertar y conciencia sobre lo que realmente estaba sucediendo en el planeta. Fue gracias a tres reportajes que me tocó hacer, en lugares diferentes, con personas sin ningún vínculo entre sí, pero con un mismo mensaje en común: “Estamos matando al planeta”.
Uno de esos protagonistas (era octubre de ese año cuando la entrevisté) predijo el fatídico terremoto que el negro 26 de diciembre de ese año ocasionó una serie de tsunamis devastadores a lo largo de las costas de la mayoría de los países que bordean el Océano Índico, segando la vida de miles a su paso e inundando a comunidades costeras a través de todo el Sur y Sudeste de Asia, en países llenos de turistas, como Indonesia, Malasia, Sri Lanka, India y Tailandia. Afortunadamente, la zona se recobró poco a poco de ese devastador golpe y el Sudeste Asiático completo ha sido tendencia para viajeros durante los últimos años con miras a crecer.

Pero, ¿quién dice que algo igual o peor no volverá a suceder en ese o cualquier otro destino? Geólogos, biólogos marinos e innumerables profesionales, amparados en la ciencia, medible y cuantificable, están anunciando lo que a muchos aún les parece algo lejano y que no les incumbe. Que la Tierra está gritando. Está agonizando. Si muere, no solo no habrá lugares para hacer turismo, sino que morimos con ella.
En 2019 tuve la oportunidad de participar en un operativo de limpieza de playa por primera vez gracias a la iniciativa de Corona X Parley. Y a quien le guste el tema playa y océanos, no importa a lo que se dedique, le recomiendo la experiencia de unirse como voluntario, a una de estas causas. Superó todas mis expectativas en cuanto a la conciencia e impacto que generó en mí.

Ya no quiero usar plástico donde vaya. No porque me han dicho que es contaminante y no se degrada, o porque es un trend ser “ecofriendly”. Ver de primera mano el daño que le hace a un hábitat que amas tanto es capaz de sensibilizar al menos sensible.
Vi cómo el plástico llega en grandes cantidades, por las corrientes marines, a las playas que tanto me encantan. Me dolió hasta el cansancio todo el foam que tuve que recoger y, entre ellos, mezclados, objetos que sabrá Dios qué historia tienen detrás; un biberón, una cartera de mujer, una sandalia de caballero, y así.
The ugly truth es que nos estamos comiendo el planeta, agotando los recursos naturales y haciendo un desastre con las cosas que no vuelven a la Tierra ni se renuevan.

Es alentador ver las acciones de las principales aerolíneas para reducir su huella de carbono, e igualmente los prometedores programas de reciclaje de las grandes compañías de crucero, así como las iniciativas de los hoteles. Ya es difícil ir a uno que no coloque un mensaje sobre el uso eficiente de los recursos. Pero con eso no basta.
Los viajeros debemos ir a un lugar con el chip de la conciencia, responsabilidad y sostenibilidad. Muchos hemos sido testigos de cómo ha cambiado el paisaje en un lugar al que solíamos ir y ahora es distinto. Hay una lista alarmante, a la orden de una búsqueda en Google, de escenarios que podrían transformarse para mal o desaparecer en los próximos años.
Y esto, viajeros, no solo se trata de ir a un destino de interés o conocer un nuevo lugar. Esto se trata de supervivencia. Porque, como brillantemente señaló Ban Ki-moon en la II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático en el 2015 en Bolivia, “No hay un plan B porque no hay un planeta B».



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