Un Destino de Nieve y Playa: Kennebunkport, En Maine

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Mi familia decidió recibir el 2018 haciendo algo diferente a todos los años ¡Y vaya que lo hicimos! ¿A qué latino se le ocurre ir a un destino de costa y playa en una época en la que está lleno de nieve y a menos 13 grados centígrados? Hasta Kennebunkport nos fuimos, en la hermosa y tranquila costa de Maine.  Un refugio ideal para desconectarse, dado a conocer al mundo por George H. W. Bush, quien tenía aquí su casa de veraneo.

Como he dicho en ocasiones anteriores, gran parte de mi familia vive en Estados Unidos. La más cercana (mis padres, hermano, cuñada, sobrinos y abuela) reside en Worcester, Massachusetts, y siempre que podemos pasamos la Navidad con ellos.

Cuando celebramos juntos el 24 y Año Nuevo, por lo general es en una de las casas, con la comida típica. La primera tradición la rompimos esta Navidad pasada para la Cena de Nochebuena sustituyendo el banquete de los cuchucientos platos típicos por una paella que prepara mi esposo, quien es vasco y cocina los mariscos como buen donostiarra. ¡Buenísima!

En la sobremesa de la cena, mami y mi hermano nos dan la sorpresa de que nos vamos de fin de semana a otro lugar para recibir el 2018. Era un plan que queríamos hacer desde hacía tiempo y habíamos pensado en una cabaña en la montaña, de esas típicas en New England, con pinitos (el temor incluido de algún oso a la vista), pistas de sky, etc.

Pero cuál fue nuestra sorpresa al saber que mi hermano había conseguido, desde hacía un tiempo, un mega lujoso casón, a muy buen precio, PERO… cerca del mar. ¡Y vaya casualidad! Estaba siendo uno de los inviernos más helados y nevados de la historia…jajaja.

Desde New York vino la Tía Daysi; de New Jersey, el Tío Yayo con su familia y su hijo mayor, el primo Amaury, que vive en La Florida ¡Llegó por sorpresa! Eso anticipaba un fin de año muy especial. Nos juntamos los 18 que éramos donde mis padres, en el centro de Massachusetts. De ahí emprendimos la caravana en cuatro vehículos, en un viaje de apenas 2 horas y media, hasta la Costa Noreste del estado de Maine. Destino: Kennebunkport.

Nadie del grupo había estado, pero lo que sí teníamos claro es que lo primero que haríamos al llegar sería ubicar el mejor restaurante donde comer las famosas langostas de Maine, muy conocidas por su extraordinario sabor y buen precio.

Cuando estábamos llegando al pueblo, aunque íbamos preparados para el panorama, no te niego que nos chocó el contraste del lugar con el que se ve en los websites: un paraíso bucólico con sus jardines impresionantes y coquetería de un pueblo de costa. Ahora parecía un lugar desolado, sumergido en la nieve. Pero mi familia tiene el can y el espíritu de aventura en las venas, así que eso no nos amedrentó.

Al acercarnos a la casa, como nos indicaba nuestro amigo inseparable Waze, vislumbramos un escenario con pinta de lago congelado. Al acercarnos nos dimos cuenta de que se trataba de un campo de golf y, por lo que se percibía, debe ser una belleza cuando el invierno cede paso a la primavera.

 

Al llegar al lugar residencial donde estaba la casa que alquilamos fuimos aflojando las tensiones de la incertidumbre de “¡¿a qué carajo pueblo desolado y nevado fue que vinimos a parar para fin de año?!”. Y empezamos a contemplar lindas casitas en un entorno elegante y “charming”.

Al llegar a la casa o, mejor dicho, mansión, se nos iluminó el rostro a todos y nos olvidamos de si había mucha nieve y no íbamos a poder disfrutar de su enorme patio y jardín.

Casa donde nos alojamos en Kennebunkport

Tengo que decir que la decoración no me mató. Too much Rococo Style para mi gusto. Pero sí sus enormes y diversos espacios, así como la distribución. Tiene la cocina que todos soñamos, y ventanales con vista a los jardines y al campo de golf. Difícilmente íbamos a poder conseguir algo así en otra época, no solo por el precio, sino también por la disponibilidad.

Salió a 400 y pico de dólares por día, más otros 400 por todo el fin de semana por concepto de limpieza, ¡que dividido entre varias familias y/o parejas salía súper bien! Tiene 5 habitaciones más una oficina estudio que también utilizamos para dormir. Ahí pasamos tres días y dos noches de película.

Este fue el site con los detalles de alquiler por si quieren echar un vistazo y ver por dentro la «casita».

⇒ VACASA MAINE

Dejamos bultos y fuimos directos a un restaurante que la prima Valerys había ubicado: Alisson’s Restaurant & Pub. Uyyy, de escribirlo se me hace la boca agua, y yo sé que mi familia cuando lo lea también.

Un lugar acogedor y unas atenciones maravillosas. Es uno de los más populares y estaba casi lleno. Aun así sus empleados hicieron malabares para sentarnos a este grupo de 17 que llegó sin reserva y para buscar un asiento de niño para Dylan, el benjamín de la familia.

Ahí me comí el MEJOR RISOTTO que he probado en mi vida ¿Verdad tía Daysi?… Los que pidieron la langosta completa (de la cual también comí) se dieron el banquete del siglo y entendieron por qué son tan famosas. Buenísimos también el Lobster Roll, la pizza de langosta y mariscos y las carnes, para los que no quieren saber de los frutos del mar.

Langosta de Maine de Alisson’s Restaurant

Después de la cena fuimos a la casa donde organizamos un fiestón pre Año Nuevo. Ya te dije que somos de can, por lo que se bailó, cantó y tocaron varios instrumentos hasta bien entrada la madrugada. Eso sí, consumimos gran parte de la energía que debimos dejar para la siguiente noche, donde despedíamos el año.

Al otro día, 31 de diciembre, fuimos a conocer la costa y sus famosas playas: Kennebunk Beach y Gooch’s Beach.

El trayecto desde la casa hasta la costa fue fascinante. Yo soy una “pueblito de costa lover” y no dejaba de exclamar que, si así de encantador se veía en invierno, qué sería en primavera con las flores y, mejor aún, en verano, cuando la temperatura te permite darte un chapuzón en el frío océano Atlántico.

Desde que encontramos un parqueo dejamos el vehículo y, bien abrigados, caminamos por la playa. Mi hijo y sobrinos no aguantaron mucho el frío, pero yo me quería quedar. Para mí era totalmente nuevo estar en una playa de un país del Norte en esta época, y con nieve.

Había gaviotas y gente paseando a sus perritos. El escenario me daba alegría y paz. Entré las manos al mar y, contrario a lo que pensaba, puedo decir que casi sentí el agua tibia. Eso sí, cuando la saqué… ¡qué fríiiiooo! ¡No sé cómo no se me volvió de piedra!

En el trayecto del paseo por la costa hay varios miradores por los acantilados, y caminar por sus hoteles (ahora cerrados) y por despampanantes mansiones es otro de sus atractivos en estaciones menos frías.

 

Aunque es un pueblo pequeño, tienes una gran variedad de opciones para hacer en cualquier época del año. Si vas en invierno y te gusta la cultura y el arte, lo ideal es aprovechar los espacios “indoor”, como sus museos y galerías de arte.

Junto a mi hermano, mis sobrinos e hijo

Parte del encanto de Kennebunkport es que tiene numerosas tiendas de artículos artesanales, así como cafecitos donde recargar las pilas y restaurantes de cocina exquisita, para todos los presupuestos.

Si te gusta comprar, debes aprovechar y llegar hasta la localidad de Kittery, muy cerca, donde hay outlets y numerosas tiendas de descuentos.

Si vas en verano, el ambiente en la playa dicen que es imperdible, con quiosquitos y mucha actividad. También hay una gran oferta para hacer deportes acuáticos y dar paseo en botes. Hay tours para ver las ballenas ¡y hasta para pescar langostas que después te comerás! Un tour muy recomendado es el Foodie Tour, un viaje gastronómico por lo mejor de la cocina de Maine.

Otras cosas que puedes hacer son visitar sus lindas iglesias y monasterios o dar un paseo en Trolley por la ciudad.

Como ves, es un lugar con opciones que lo hace atractivo y muy divertido. Para mí, el estar al lado del mar le da un plus muy valioso.

Gooch’s Beach, Kennebunk

Pero si esto no te basta, puedes llegar hasta la ciudad más importante de Maine, Portland, a sólo unos 20 minutos de aquí. Está ubicada en la península que se extiende hasta Casco Bay. Su Puerto Antiguo incluye muelles de pescadores y almacenes reformados que ahora son restaurantes y tiendas. Fuimos a visitarla en un breve recorrido el día que regresábamos a Massachusetts y nos encantó. Comimos en DiMillos, considerado uno de los mejores por Tripadvisor. Es un barco convertido en restaurante. Nos encantó ¡Súper recomendado su crab cake!

Cerca de allí se encuentra Western Promenade, un parque público ubicado en la cumbre de un risco que ofrece vistas del río y las montañas. El barrio que lo rodea, West End, está lleno de casas de la era victoriana, como el Museo Victoria Mansion.

En el puerto de Portland

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Acerca de Onysela Valdez 87 Articles
Ony Valdez Periodista, Productora, Locutora, Relacionista Publica y Bloguera. Fundadora de este blog de viajes. Si quieres escribirme un correito, puedes ir a la sección de contacto💙

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